Más de 120 ciudades y condados de California cuentan con un plan de acción climática terminado o en proceso de elaboración. A medida que las ciudades desarrollan estos planes e iniciativas para abordar el cambio climático, es importante destacar que la equidad social está integrada en las políticas medioambientales. Las vulnerabilidades, la resistencia y la sostenibilidad del ecosistema humano están tan determinadas por la diversidad y la interdependencia como su contraparte natural. Como dijo el Papa Francisco en Laudato Sí, "un verdadero enfoque ecológico se convierte siempre en un enfoque social; debe integrar las cuestiones de justicia en los debates sobre el medio ambiente, para escuchar tanto el grito de la tierra como el de los pobres."
La sostenibilidad se presenta como un taburete de tres patas compuesto por las tres "E": medio ambiente, economía y equidad. Sin embargo, la tercera pata, la equidad social y económica, suele ser la más débil.
Los planes medioambientales suelen ignorar las cuestiones sociales
Las ciudades estadounidenses han ignorado históricamente los objetivos de equidad como parte de sus planes climáticos y de sostenibilidad, e incluso cuando lo hacen, tratan la equidad como una cuestión secundaria o terciaria. Un estudio reciente de los planes de acción climática de una muestra de 28 ciudades medianas y grandes (incluida una versión anterior del plan de San Diego), descubrió que, aunque existe una tendencia emergente a abordar la equidad, esta se perdía entre otras prioridades medioambientales y económicas.
Por ejemplo, el plan climático adoptado por San Diego tiene objetivos exigibles en materia de emisiones de gases de efecto invernadero. Hay un capítulo sobre "Equidad social y creación de empleo". Sin embargo, no hay normas exigibles en materia de equidad más allá de las ya existentes. El plan de acción climática reconoce que es necesario dar prioridad a programas y acciones que reduzcan las emisiones en las comunidades afectadas, aunque afirma con indiferencia que la ciudad no puede cambiar los factores socioeconómicos subyacentes de las poblaciones desfavorecidas.
Para las comunidades que han sufrido un impacto desproporcionado, esto es como tratar el síntoma (emisiones concentradas) e ignorar la causa (pobreza y raza).
No es de extrañar, pues, que los planes climáticos se queden a menudo en las proverbiales estanterías de los planificadores acumulando polvo, o que se muestren en llamativos sitios web como trucos de marketing. Una investigación realizada por Adam Milliard-Ball, de la Universidad de California en Santa Cruz, sobre la planificación climática municipal en California, encontró pocas pruebas de los efectos causales de estos planes. He aquí un extracto del estudio:
"Si la motivación de la planificación climática es principalmente la de compararse con las ciudades vecinas, la de mostrar los esfuerzos existentes en una ciudad y la de desactivar la presión política para hacer más por el cambio climático, quizá no sea sorprendente que haya pocas pruebas de que la planificación tenga un impacto causal. El plan climático se convierte más en un dispositivo de marketing que en un modelo de actuación, que ayuda a una ciudad a ganar una reputación "verde" (probablemente merecida) por una acción que era anterior a la planificación climática o que se produjo independientemente de ella."
La ausencia de la equidad social como elemento integrante de la sostenibilidad también sorprendió a los investigadores James Svara (Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill), Tanya Watt (Universidad Estatal de Arizona) y Katherine Takai (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos). Utilizaron los datos de una de las encuestas más completas de más de dos mil gobiernos locales de EE.UU., seguida de una encuesta más detallada de 300 gobiernos seleccionados, y luego estudios de casos de nueve de ellos. Este estudio, publicado por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urb ano de EE.UU. el año pasado, descubrió que, aunque existía una amplia gama de actividades relacionadas con la equidad social, la mayoría de los gobiernos locales no organizaban ni dotaban de recursos a estas actividades de manera que dieran una alta prioridad a la equidad social como parte de la sostenibilidad. Por ejemplo, los requisitos para que los contratistas paguen un salario digno fueron utilizados por menos de una cuarta parte de las encuestas detalladas, y las cifras cayeron aún más en otras medidas de calidad del trabajo.